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El constante pastoreo de las vacas de carne o leche en la pradera es un factor que, poco a poco, va debilitando y deteriorando el suelo, provocando que a la larga la pastura sea de menor calidad nutricional, impactando en los resultados productivos y el medioambiente. Para disminuir este efecto, los especialistas recomiendan planificar el pastoreo para que haya una buena acumulación de carbono en el suelo y para que la ganadería sea regenerativa, ayudando a enfrentar de mejor forma la escasez hídrica.

“La acumulación de carbono se produce a partir de las especies que componen la pradera, las que comienzan a liberar compuestos a la rizosfera —suelo donde se desarrollan las raíces— que activan y/o atraen a microorganismos del suelo a través de compuestos carbonados”, explica Paulina Etcheverría, investigadora del INIA Carillanca.

Para que esta liberación de compuestos carbonados desde la pradera hacia el suelo ocurra adecuadamente, las plantas que componen la pastura requieren energía, la que consiguen a través de la fotosíntesis. Pero si este proceso es deficiente o no ocurre, el cultivo no tendrá los recursos como para crear, desplazar ni fijar los compuestos carbonados.

En este escenario se recomienda dejar de utilizar los modelos de pastoreo continuo y extensivo, o de rotaciones rápidas con poca cantidad de días entre pastoreo debido a que estos impiden que la vegetación alcance todo su potencial.

Fuente: El Mecurio Campo 09 de Mayo de 2022